Empatia: cuando es excesiva.

Hace unos días hablábamos de cómo influye en nuestra vida la falta de Empatia.Hoy, queremos comentar el efecto contrario: el EXCESO DE EMPATIA, que como cualquier exceso, resulta negativo para nuestra vida.
¿En que se basa?. En una intensa capacidad para ponerse en el lugar de otros, sean individuos o colectivos, hasta el punto de sentir como propios sus problemas.
Muchas veces, sentimos tan fuerte la pena ajena, que buscamos en nuestra propia vida algo que este mal, el origen de tanta tristeza porque no somos capaces de adivinar que lo que estamos sintiendo no es nuestro, sino de quien nos habla.
¿No os ha pasado que personas a la que queremos mucho, al hablarnos de sus problemas nos da dolores de cabeza o nos sentimos tristes sin saber porque?
¿No habeis sentido ganas de llorar viendo el telediario o leyendo el periodico? Hay personas que llegan a aislarse de este tipo de información, porque no pueden soportar tanta desgracia.
Como ya hemos comentado, toda relacion entre seres vivos crea unos lazos, que dependiendo de su caracteristica, se anclan en un Chakra u otro, entorpeciendo su correcto funcionamiento. Las personas con un exceso de empatia, son fuertemente sensibles a estos lazos.
Muchas mujeres maltratadas por sus parejas quieren comprender sus actitudes agresivas o violentas y de hecho llegan a "comprenderlas". De ahí, que cuando reaccionan y quieren alejarse de ellos, la pena que sienten cuando éstos les piden perdón o cuando los ven "solos y desamparados", las hace volver al mismo infierno.
Todo esto es un exceso de empatia. Y es necesario buscar la solucion.

Por supuesto, como todo trabajo personal es difícil, largo y costoso, pero vale la pena llegar a encontrar el equilibrio porque nos ahorraríamos mucha angustia innecesaria.
Según aconsejan ciertos psicólogos, quizás lo mejor sea aprender a tomar distancia:
“Puede parecer cruel o insensible pero, a veces, dejar que los demás luchen con su propio dolor puede ser el mejor regalo”. No se trata de darle la espalda a la persona, o de no ayudarla, se trata de no sobrecargarnos de empatía, de no padecer sus problemas en exceso, de comprenderlos y ayudar en la medida real de nuestras posibilidades pero sin llegar a permitir nunca que nos arrastren con ellos, porque cada persona debe vivir su vida, según sus necesidades y decisiones.