viernes, 5 de octubre de 2012

NUESTRO SITIO

Tengo un amigo, muy buen amigo, que tiene a su vez una hermana peculiar.
Se llama Susana. Pelirroja, ojos claros, buen tipo, guapa y simpática. Sobretodo simpática. 
Una mujer tremendamente optimista.
Siempre ve la botella medio llena, toda reunión es una fiesta, cualquier acontecimiento, por mínimo que sea, merece ser celebrado y siempre se las apaña para encontrar algo bueno en todos aquellos que la rodean.
Es generosa hasta extremos peligrosos, dicharachera hasta marearte y vital hasta cansar al más activo.
Es la típica persona que se apunta al Gymnasio y va con entusiasmo, convencida de que sera ahí, precisamente ahí, entre todas esas máquinas y zapatillas deportivas, en ese ambiente que ella ve por pimera vez, donde encontrará al hombre de su vida.
A su Gran amor.
Y tiene razón, normalmente lo encuentra.
Solo que a los diez días esta llorando como una Magdalena, con la batería del móvil agotado de enviar mensajes que quedan sin contestación.
¿Donde está el error?
La actitud es buena.
Así es como pienso yo que deberíamos salir todas a la calle, predispuestas a encontrar algo fantástico en este día que vivimos.
Me encanta esa capacidad para ver algo positivo y elogiable en cada persona que te presentan. Esa capacidad para levantarte de la cama pensando que vas a conocer a ese alguien especial, ese alguien que te entiende sin palabras, que te quiere de forma sincera y sobretodo, esa persona en quien se puede confiar con los ojos cerrados.
Entonces, nos repetimos ¿Donde está el error?

Seguramente en ese entusiasmo con el que se lanza a buscar donde no debe. 
Susana se inscribe en el gimnasio, conoce gente fenomenal (porque la hay en todas partes) y rápidamente piensa que esta vez si, que esta vez ha encontrado a La Persona.
Y se equivoca.
Al cabo de unos meses de relación, comprende que no hablan los mismos temas, que no les interesan las mismas cosas, que no comparten la misma filosofía de vida y se ve inmersa en un dolor que se podría haber evitado.

¿Como? Siendo más consciente de si misma.

  Es muy difícil que encontremos a una persona afín a nosotras y que nos complemente, en un ambiente al que no pertenecemos. Podrá surgir la chispa, la atracción, pero no el interés suficiente que se requiere para conocer y amar a una persona por lo que es realmente, por su Yo interior.
Deberíamos hacernos todas, propósito de ser más conscientes de nuestras necesidades. De movernos, en la medida de nuestras posibilidades, en el entorno y entre las personas que nos corresponden, que nos interesan y que tienen inquietudes y aspiraciones similares a las nuestras.
Si nos gusta escribir, apuntarnos a talleres de escritura.
Si lo que nos llama es el arte, movernos entre estudiantes de Bellas Artes.
Si piensas que tu camino es más espiritual, entonces muevete entre personas que hablen los mismos temas y que con su actitud y comportamiento, te demuestren que van en la misma dirección.
Y si lo que de verdad nos atrae es la actividad física, entonces por supuesto que será en un gimnasio donde encontraremos nuestro lugar, pero siempre intentado ser conscientes de lo que deseamos y sobretodo, lo que necesitamos para ser felices.
Susana, podemos ser todas en algún momento de nuestra vida. Todas podemos haber tropezado una y cien veces y seguir tropezando aún.
No pasa nada. Lo importante es aprender y sobretodo, buscar.
No dejar nunca de buscar nuestro sitio, hasta que estemos realmente convencidas de estar en el.
Suerte.

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